Zynergic ha completado recientemente la restauración de su blog tras un incidente técnico que resultó en la pérdida del sitio web anterior y todo su contenido. Lo que en su momento fue un contratiempo, ha servido como catalizador para realizar mejoras significativas. ¡Te contamos cómo ha sido!
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Un LMS (Learning Management System), también conocido como Sistema de Gestión del Aprendizaje en español, es una plataforma tecnológica diseñada para administrar, distribuir y gestionar contenidos educativos y de formación en línea… o al menos eso es lo que se desprende de su nombre. Es cierto que algunas de estas plataformas proporcionan herramientas para la creación y entrega de cursos en línea, seguimiento del progreso de los estudiantes, interacción entre estudiantes y profesores, evaluación y calificación, y otras funciones relacionadas con la enseñanza y el aprendizaje en entornos virtuales.
Hoy en día son claramente hegemónicas y el elemento fundamental en lo que es la enseñanza y el aprendizaje en línea, junto con los vídeos o transmisiones en vivo (algunas veces, incluso, integradas en el LMS). Pero más allá de su masividad, cabe preguntarnos ¿son estas plataformas el mejor complemento tecnológico para la educación?
El mercado de las plataformas de gestión viene creciendo desde hace 15 años, sin pausa.
Pero como muchos de los servicios digitales, tuvieron un crecimiento superlativo durante la pandemia. Escuelas, empresas, servicios de salud, entre muchos otros, vieron la necesidad de utilizar alguna herramienta para organizar sus formaciones o seguimientos de forma remota. Estas plataformas se masificaron, y aunque en muchos casos ya estaban contratadas, realmente pasaron a ser utilizadas durante la pandemia en un proceso acelerado. Para que tomemos dimensión, Moodle, que a día de hoy es la plataforma más utilizada, se calcula que tiene 325 millones de usuarios. Si a eso le sumáramos Google Classroom, Blackboard y Canvas, estaríamos en alrededor de 1000 millones.
Esto es algo lógico: ya desde su nomenclatura, queda claro que su objetivo se centra principalmente en la administración, organización y distribución de contenido educativo y de formación. Pero si ahondamos un poco más, incluso el componente educativo se diluye.
Moodle, por ejemplo, se vanagloria de brindar servicio a multiplicidad de instituciones entre las que se encuentra, por ejemplo, Naciones Unidas. Esto puede ser visto como una virtud, siendo plataformas lo suficientemente flexibles como para ser usadas (y vendidas) en diferentes ámbitos. Pero este también es su principal problema: demuestran que no están pensadas ni enfocadas estrictamente a la educación.
La pandemia, justamente, mostró las falencias de los LMS con el crecimiento de su uso. Si bien es cierto que la necesidad hizo que los docentes y los alumnos no tuvieran ni formación ni un período de familiarización y adaptación a las plataformas, claramente quedó en evidencia que son una herramienta útil, pero acotada para el proceso educativo.
Los LMS cumplieron un rol histórico muy importante: fueron de las primeras plataformas que introdujeron algún tipo de soporte a los docentes y alumnos. Permitieron tener acceso personal las 24hs y llevar registro de ejercicios, tareas y exámenes a los alumnos. Y fueron, como mencionamos anteriormente, una de las columnas donde se apoyó la educación para no perder la regularidad durante la pandemia.
No obstante, si tuviéramos que evaluar estas plataformas con ojos pedagógicos, o incluso como usuarios, tendríamos que decir que el rol de los LMS es muy acotado. Funciona más bien como un repositorio y una check list. Prácticamente no hay pedagogía que se concrete a través de las LMS. Si bien uno puede subir ejercicios de diferente índole, y hacer algunos debates a través de los foros, lejos está de ser algo nuevo e innovador. La magia educativa sigue ocurriendo en las aulas, mientras que el rol de las plataformas es acotado.
Una pregunta inevitable, es entonces qué será de los LMS en el futuro. Por supuesto que no lo sabemos con certeza, pero creemos que tarde o temprano irá perdiendo lugar frente a otras propuestas.
En primer lugar, por el componente tecnológico. El formato de ordenador de mesa o portátil, están perdiendo lugar frente a generaciones que utilizan cada vez más los dispositivos móviles; incluso redactan trabajos enteros de esa forma. Muchos de los LMS no están bien adaptados a ese formato, aunque ha habido algunos avances en el último tiempo.
En segundo lugar, y más importante aún, por lo educativo. Este tipo de plataformas no dan libertad a los alumnos ni permiten adaptar la enseñanza y el aprendizaje a gran escala. Los datos que se recaban son pocos y la personalización es casi inexistente. Está claramente centrado en el profesor: los LMS suelen ofrecer contenido estructurado en forma de cursos, módulos y lecciones. Los materiales de aprendizaje son creados y proporcionados principalmente por ellos y no hay prácticamente lugar para la colaboración o para tomar decisiones sobre la propia formación.
En conclusión, si bien los LMS pueden incluir elementos de interacción y participación del usuario, su enfoque principal está en la administración y seguimiento del progreso (cumplimiento) del alumno. Esto fue fundamental y un gran aporte como primer paso, pero a ojos de hoy en día parece muy acotado. Si las nuevas tecnologías pretenden acompañar las nuevas pedagogías, las plataformas de este estilo tenderán a desaparecer y ser reemplazadas por propuestas superadoras.
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