En el post anterior asistimos al triunfo de la escuela pública: muchas escuelas, muchos alumnos.
Sin embargo, si hoy en día preguntamos a cualquier persona promedio cuál es el estado de la educación, probablemente nos responda que es calamitoso y que está en decadencia. ¿Qué ha pasado con nuestro final feliz?
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Como ya se comentó en el Blog de Zynergic cuando hablábamos de «La escuela moderna«, el ideal pansófico busca enseñar todo el conocimiento a todos los seres humanos. De esta manera, propone una educación universal, integral y holística que busca desarrollar todas las facetas del ser humano: intelectual, física, moral y espiritual.
El objetivo con el que se desarrolló esta idea era encontrar una educación que no solo impartiera conocimientos sino que también cultivara sabiduría, fomentando un aprendizaje que abarcara todos los aspectos de la vida y estuviera accesible para todos, independientemente de su estatus social o capacidad intelectual. Este enfoque educativo pretendía preparar a los individuos para comprender y mejorar el mundo a su alrededor.
En las pruebas PISA 2018, de los 10 países (o regiones) que sacaron mejores puntuajes, 8 pertenecen al Este Asiático. Rápidamente, se podría concluir que esta región posee las mejores escuelas del mundo, o bien los mejores docentes, o bien los mejores alumnos, cuando no todo eso junto. Sin embargo, para hacer este tipo de afirmaciones tendríamos que hacer varios estudios más, y aún así tendríamos solamente una aproximación o intuición al respecto. Otro detalle que se aprecia, es que países que antes solían despuntar, han mermado moderadamente su rendimiento.
Las pruebas PISA son limitadas, pero si tomáramos estos resultados como una verdad revelada, podríamos reflexionar sobre este crecimiento de oriente vs. occidente.
Sin tener en cuenta los actores escolares, podríamos decir que la escuela como institución o como dispositivo “funciona” mejor en la sociedad oriental. ¿A qué podría deberse esto? Para responder esta pregunta hay que tomar en cuenta que la escuela nació hace ya algunos siglos, pero sin embargo se parece bastante a la actual. Evidentemente, fue una institución pensada para que funcione en ese contexto, signado por una sociedad de jerarquías: económicas, culturales y también generacionales donde la palabra del adulto era sagrada. Como hemos visto en los posteos anteriores, esto se replicaba dentro del aula: el maestro era el portador de la “verdad”, cuestionar lo que decían no existía como posibilidad. Así, la escuela estuvo y está conformada por múltiples jerarquías, las más obvias, la del director sobre los profesores y, dentro del aula, la del profesor sobre los alumnos.
Hoy en día, la sociedad es otra, mucho más democrática. Si bien siguen existiendo diferencias económicas y sociales, se han dado pasos enormes en otros ámbitos, licuando en cierta forma las jerarquías tradicionales, sobre todo en lo que podríamos llamar el mundo occidental.
Además, la explosión tecnológica de las últimas décadas ha provocado que muchas veces fueran los jóvenes los que mejor comprendieran cómo funcionaban los nuevos aparatos; en contraposición a lo que sucedió con las personas de mayor edad. Esto tiene a su vez un correlato en la adquisición de conocimiento: los chicos pueden acceder a mayor información que algunos de sus maestros.
Ante este panorama se comprende que en Asia, donde las sociedades son menos democráticas en general, la escuela tenga los resultados que esperaban sus fundadores. La disciplina en el aula, el poco cuestionamiento de los alumnos frente a los saberes del docente, y la presión de padres a hijos para un buen rendimiento siguen surtiendo un efecto importante.
En cambio, países como Estados Unidos o Francia han visto retrasados sus puestos en el ránking, así como los latinoamericanos que ocupan los últimos puestos. Desde luego, si hiciéramos un ranking de democracia y derechos políticos o sociales, el orden sería el inverso.
Aventurando este tipo de análisis, probablemente podrían pensarse muchas cuestiones más acerca de la educación. La escuela tiene que democratizarse para acompañar los cambios en la sociedad. Es momento de dar un debate pedagógico serio y decidir qué cambios es necesario hacer en la escuela y la formación docente para detener la sensación (bastante real) de que las cosas no funcionan bien.
Nosotros creemos que buena parte de la respuesta viene acompañada con el uso de las plataformas de aprendizaje. Con el uso de LMS o sistemas planos, no estamos innovando: estamos repitiendo y reforzando los dispositivos de la escuela. Por eso lo ideal es hacer experiencias inmersivas, donde los alumnos puedan ir haciendo su propia experiencia y a la vez aprendiendo. Y que los docentes sientan que la plataforma es amigable y útil, que les permita hacer un seguimiento personalizado de cada alumno. El momento es ahora, no podemos seguir sufriendo el desgaste de la escuela: la educación es lo más importante; si queremos seguir avanzando como sociedad, tenemos que tener jóvenes con ganas de utilizarla para aprender, en lugar de jóvenes que duerman y odien la escuela. Al fin y al cabo, el futuro es el que está en juego.
La masificación de la escolarización mundial – Zynergic
[…] ¿Final feliz entonces? Lo discutiremos en el próximo post… […]