¿Va a sustituir la inteligencia artificial a los profesores?
La pregunta no es nueva, pero en 2025 ha dejado de ser ciencia ficción y se ha convertido en un debate real en los claustros, congresos educativos y hasta en la prensa generalista.
Cada vez más herramientas automatizan correcciones, generan actividades y hasta evalúan por competencias.
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Los informes internacionales de organismos como la UNESCO coinciden: la inteligencia artificial aplicada a la educación no busca sustituir al profesorado, sino liberarles de carga administrativa y devolverles tiempo para lo que de verdad importa.
En la práctica, hablamos de automatizar informes, recopilar evidencias de aprendizaje o generar feedback inmediato, algo que para un profesor supone horas de trabajo invisible.
Plataformas impulsadas por IA ofrecen feedback en tiempo real, lo que mejora la comprensión y reduce el tiempo dedicado al estudio. Además, estudiantes que reciben retroalimentación inmediata alcanzan hasta un 35 % más de mejora en escritura y resolución de problemas gracias a la IA, según evidencia recogida por EdTech Evidence Exchange.
Esto permite al docente disponer de un copiloto que ofrece datos individualizados, mientras él invierte ese tiempo en diseñar actividades personalizadas y motivadoras.
La verdadera oportunidad está en combinar la eficiencia de la IA con el criterio pedagógico del profesorado.
La máquina puede analizar grandes volúmenes de datos, mientras que el docente interpreta qué significan y cómo actuar en consecuencia. La IA automatiza lo repetitivo, y el profesor gana espacio para la creatividad y la relación humana.
Este modelo híbrido no es teórico: ya está ocurriendo. En muchas aulas, la IA se usa en educación para dar feedback inmediato o generar informes competenciales mientras el profesor dedica su energía a diseñar actividades significativas.
Es el mismo principio que defendemos en Zynergic cuando hablamos de evaluación por competencias: la tecnología puede hacer el trabajo de recogida y análisis de datos, pero la decisión sobre cómo utilizarlos sigue siendo del docente.
En Zynergic creemos que la IA en educación debe estar al servicio del profesorado, no en su lugar.
Por eso en Eutopía, nuestro videojuego educativo, hemos integrado un algoritmo que mide las competencias de todos los alumnos basándose en la LOMLOE. La IA recoge datos, genera informes automáticos y ayuda a que la evaluación sea más justa y objetiva, pero no enseña en lugar del docente. Al contrario: es una herramienta de apoyo que complementa otras metodologías activas.
El mensaje es claro: no queremos una educación donde la máquina sustituya al profesor, sino una donde la inteligencia artificial en el aula libere tiempo para que los docentes hagan mejor lo que solo ellos pueden hacer.
La pregunta de si la IA sustituirá a los profesores está mal planteada. Lo que deberíamos preguntarnos es: ¿qué docentes se atreverán a usar la IA como una aliada, y cuáles se quedarán atrás sin aprovechar su potencial?
La diferencia no estará en quién enseña mejor contenido, sino en quién logra usar la tecnología educativa para devolver a la docencia su esencia: educar con humanidad.
La IA en educación no es el enemigo. Es una herramienta que, bien usada, puede convertir las aulas en espacios más justos, personalizados y eficientes. Y si dejamos que la máquina se ocupe de lo que roba tiempo sin aportar valor humano, los profesores podrán centrarse en lo que ninguna IA logrará jamás: hacer que aprender sea una experiencia transformadora.