Durante un tiempo, hablar de Flipped Classroom era sinónimo de innovación. Hoy, para algunos, es casi un clásico. Tanto, que muchos docentes ya se preguntan: ¿el modelo sigue vivo o necesita un reboot urgente?
Antes de entrar en polémicas, repasemos lo básico: el Flipped Classroom (o aula invertida) es un modelo pedagógico que invierte el orden tradicional de la clase. Lo que antes se explicaba en clase, se traslada a casa en formato vídeo u otros recursos; y el tiempo en el aula se dedica a actividades prácticas, colaborativas y de resolución de problemas.
Es decir, el alumnado llega con los contenidos vistos, y el tiempo en clase se usa para entender, aplicar, debatir y crear. Una idea potente… siempre que funcione.
Pues bien, nosotros creemos que sigue funcionando, pero solo si sabes aplicarlo bien. Y no, «poner vídeos para casa» no basta. El Flipped Classroom en 2026 necesita algo más que darle al play. Necesita estrategia, creatividad, y sobre todo, dejar de hacer lo mismo esperando resultados distintos.
Tabla de contenidos
Sí, pero solo si lo entendemos como un rediseño metodológico y no como una simple transposición de contenidos a vídeo.
Como recuerda Jon Bergmann, uno de sus impulsores:
«Flipping is not about videos. It’s about active learning.» (International Flipped Learning Conference, 2024)
Esta metodología no va de cambiar el canal, va de cambiar el uso del tiempo educativo. El tiempo en casa se dedica a adquirir contenidos; el tiempo en clase, a aplicarlos, discutirlos, resolver dudas y crear. La clave está en lo que haces en el aula, no en el vídeo en sí.
Y sí, hay datos.
Según el informe “Flipped Learning: Trends and Impact 2025” de EdTech Insights, el 74 % del alumnado muestra mayor comprensión y retención cuando se combina el modelo flipped con dinámicas activas en clase. Pero ojo: solo el 39 % de los docentes que lo implementan lo hacen con un diseño pedagógico riguroso.
La mayoría aún cae en lo mismo: vídeos eternos, sin estructura, sin objetivo claro… y luego sorpresa porque nadie los ve.
1. Vídeos demasiado largos o demasiado aburridos:
No eres Spielberg. No pasa nada. Pero un vídeo de 15 minutos leyendo un PowerPoint con voz de lunes por la mañana no engancha ni al más aplicado.
¿Qué funciona? Vídeos de 5-7 minutos, con estructura narrativa, recursos visuales, ritmo y tono cercano. Si no los quieres grabar tú, hay herramientas que ya lo hacen (spoiler: sigue leyendo).
2. Falta de conexión con lo que pasa en el aula:
Si después del vídeo los alumnos llegan y hacen ejercicios como si nada, no hay aprendizaje activo, ni motivación, ni nada que conectar.
¿Qué funciona? Actividades significativas en clase basadas en lo visto en casa: debates, retos, prototipos, proyectos cortos o análisis de casos. La clave es que el vídeo sea la puerta, no el fin.
3. Usar el vídeo como castigo:
“Si no has visto el vídeo, te lo pones ahora mientras los demás trabajan”. Resultado: estigmatización y cero engagement.
¿Qué funciona? Gamificar la visualización, conectar con las familias, enviar recordatorios o integrarlo como una rutina compartida. Y sí, hay apps que te ayudan.
Desarrollada por Miguel Ángel Azorín, FlippedPrimary es una app que pone el flipped classroom al alcance de cualquier docente de Primaria, sin necesidad de grabar vídeos ni diseñar cuestionarios desde cero.
¿Qué ofrece?
- Más de 2.000 vídeos clasificados por asignaturas y niveles (de 1º a 6º de Primaria).
- Asignaturas como Lengua, Inglés, Ciencias, Educación Física, Música, etc.
- Concursos al final de cada unidad para comprobar la comprensión.
- Navegación muy intuitiva: busca curso → asignatura → unidad → vídeo.
- Pensado para un uso responsable de la tecnología en el aula.
- Conexión con familias a través de apps como Remind.
¿Por qué funciona?
Porque no depende de la buena voluntad del docente para crear contenido. Ofrece un ecosistema cerrado, organizado y motivador, con contenido de calidad listo para flippear tu clase sin romperte la cabeza.
Además, están construyendo una red de embajadores docentes para compartir buenas prácticas y hacer crecer la comunidad. Modelo flipped + comunidad = buen camino.
En Zynergic creemos que el flipped tiene sentido si no se queda solo en el vídeo.
El verdadero potencial está en cómo combinas:
- Evaluación automatizada (con IA que te libera tiempo).
- Metodologías activas como el ABR (Aprendizaje Basado en Retos).
- Gamificación real, no solo puntos por portarse bien.
- Y un aula donde el profesor diseña experiencias, no da instrucciones de montaje.
Ejemplo: con Eutopía, el alumnado vive una situación gamificada en casa (ej. un reto sobre sostenibilidad) y luego en clase se trabaja en grupo, se crea, se argumenta, se debate… y se evalúa por competencias sin esfuerzo extra. Es el mismo espíritu flipped, pero elevado a una experiencia educativa completa.
El flipped classroom no ha muerto. Pero ha evolucionado. Si sigues usándolo como en 2016, es probable que te sientas frustrado.
En 2026, flippear significa:
- Entender que el vídeo es el inicio, no el objetivo.
- Usar herramientas que midan y retroalimenten.
- Conectar con las familias y no asumir que el alumnado actuará solo.
- Diseñar clases más humanas, activas y centradas en el pensamiento crítico.
- Y, sobre todo, aceptar que el cambio metodológico no está en la tecnología, sino en cómo decidimos usarla.
Como dijo Linda Darling-Hammond (Stanford, 2025):
“Las tecnologías educativas no reemplazan a los docentes, pero sí hacen imprescindible que su rol evolucione.”
Así que… si sigues flippeando como hace diez años, quizá lo que necesitas no es dejar el Flipped Classroom, sino darle una buena vuelta más.